martes, 18 de diciembre de 2012

la sanidad no se vende




No son mi derechos. Son los derechos de todos. No son mis privilegios. Es para que la sanidad siga siendo un derecho de todos y no acabe convirtiéndose en el privilegio de unos pocos.
Por eso, nos va tanto en evitar que se siga destruyendo nuestro sistema público de salud . De esta manera, todos; usuario, profesionales, ciudadanos, en definitiva, tenemos que ser conscientes que la sanidad es un bien que no debemos perder.

Porque no podemos permitir que desmantelen uno de los mejores sistemas públicos de salud que existe en el mundo. Según lo corrobora en sus informes la Organización Mundial de la Salud.

Para acabar copiando un mal modelo. El modelo norteamericano. Un modelo basado en que el acceso está limitado por la renta de cada uno y la atención sanitaria se te puede negar si no la puedes pagar.
Por ello, si lo permitimos avanzamos inexorablemente hacia la consolidación de un sistema privado de salud. Donde lo importante no será el bienestar del paciente. Sino la rentabilidad económica para los consejos de administración de los hospitales, a costa de los trabajadores y sobre todo de la atención sanitaria a los pacientes.

Porque privatizar no supone menos costes. Pero sí que se va a reducir costes en personal en pruebas diagnósticas o en menor atención sanitaria a pacientes crónicos o costosos.

Por todo eso, si queremos que la sanidad siga siendo pública, universal, gratuita y de calidad. Todos los ciudadanos debemos defender este modelo sanitario que tenemos en España y así evitar que intereses privados y mercantiles entren en la sanidad pública.

Publicado en bajoaragondigital.com 18/12/2012

miércoles, 5 de diciembre de 2012

el gobierno de los peores


“Los jóvenes se van fuera de España no por la crisis. Sino porque tienen espíritu aventurero” (Secretaria de Estado de Inmigración)



Esta afirmación podría pasar por una declaración anecdótica que un responsable público del gobierno ha realizado, si fuese extraordinaria. Pero empieza a ser demasiado habitual que declaraciones como estas, excusas de mal pagador, sirvan como coartada de actuaciones políticas. Sentencias que califican la capacidad intelectual de la casta política que nos debería representar.

Pero, tristemente estas pueriles justificaciones son cada vez más frecuentes, entre nuestros diputados, concejales, dirigentes políticos, en general. Haciéndonos sentir que asistimos a un bizarro y decadente club de la comedia.

De esta manera, podríamos recordar las múltiples declaraciones vergonzantes de los ministros de Empleo, de Educación o de Exteriores, entre otros.



Me deprime pensar que la misma clase política que excusa sus tropelías financieras, sus amaños urbanísticos, sus cortijos de poder municipal o provincial.

Esos mismos que doblegan los intereses públicos de los ciudadanos a sus intereses mercantiles privados. Vendiéndonos las privatizaciones como la panacea, mientras se lucran los suyos de ese negocio.

Aquellos dirigentes que extienden cortinas de humo insuflando sentimientos patrios y así intentan ocultar sus deficiencias como dirigentes.

Me deprime pensar que sean capaces de engañarnos y la ciudadanía aceptemos sus irrisorios argumentos, como contundentes argumentos políticos. Exculpándolos de sus negocios ocultos, ineptitudes e intereses privados.



Aún sabiendo que no es justo generalizar. Siento cada vez un mayor desprecio por la clase política dirigente. Dado que su inmensa mayoría evidencia una falta de preparación ideológica y una absoluta incapacidad para proponer soluciones que mejoren nuestras vidas. Permitiéndonos no sólo salir de esta crisis, sino que podamos optar a un modelo de estado de bienestar mejor, más social, más estable y más justo.



Por ello, creo firmemente que debemos acabar con este gobierno de los peores. Y regenerar la política, no sólo con nuevas caras, sino con ideas, con más ideología. Con más argumentos, con menos estridencias estériles y declaraciones pueriles. Pero sobre todo con más responsabilidad política, en las actuaciones de los responsables públicos.