martes, 27 de agosto de 2019

Ya podemos irnos, yo ya he discutido


“Ya podemos irnos, yo ya he discutido”, respondió sonriente a su compañera, cuando esta le dijo que si se iban del bar ya. Así con una gran sonrisa y satisfecha de su minuto de gloria, recogió su bolso y se despidió de los presentes, llevándose con ella, el cansancio que me provocó sus peroratas, su demagogia y algún argumento reducido al absurdo.

Esta mañana he rememorado el debate y, muy pronto, me retiré de él. Era un terreno estéril y abonado a solo disparar argumentos, sin razonamiento y escasa interacción. Su fin era la necesidad de explicar(se) sus argumentos y, para ello no reparo ni en lo que se le decía, ni tuvo esa necesidad. “Vine a lucirme, y así lo he hecho”, tuvo que pensar. Y cuando se quedo a gusto, se fue.

Como se puede vislumbrar me gusta debatir, pero no debato para vencer a nadie y tampoco lo hago para llevar un conteo de victorias y derrotas, y así resarcirme la próxima vez. Sobre todo me gusta argumentar, contrastar y confrontar ideas, de las cuales al final pueden salir conclusiones nuevas, enseñanzas, nuevas visiones, etc. Pero no me gusta entrar en el mero intercambio de ideas preconcebidas y eslóganes para cuando estos se acaben, apure la cerveza y ufano me vaya a mi casa contento de mi mismo, por haber replicado frases manidas y espacios comunes, como una cacatúa. Porque estos debates solo se hacen para uno mismo, donde ella, en este caso, siente la necesidad de corroborar sus argumentos, para revalidar sus tesis y así sentir que está en lo cierto.

Por eso no tengo la necesidad de irme una vez que he soltado la perorata, y me gusta escuchar, entender y razonar con las otras personas. Términos que anoche desaparecieron, como mis ganas de debatir, hasta que dijo: “Ya podemos irnos, yo ya he discutido”.

sábado, 24 de agosto de 2019

¡Uf, que calor!


Después de pasar un mes de julio con olas de calor, largos días de insoportables 40 grados y noches de sofocante insomnio. Leemos que la temperatura media de Aragón subió 2 grados este mes pasado, que ha sido uno de los más calurosos de la historia y que además este calor asfixiante está ligado con un aumento de las Urgencias médicas, como destaca un informe del Gobierno de Aragón.

Todo esto sumado, con la escasez de lluvias, las imágenes de los polos retrocediendo y de osos vagando por Siberia buscando alimentos, nos hace entender que el clima está cambiando.

Ya no es una cosa de cuatro locos catastrofistas o agoreros. Es una realidad que los jóvenes hemos gritado esta primavera pasada y que es imprescindible que toda la sociedad civil se suma y exija a las instituciones y gobiernos, del color político que sea que actúen de forma decidida para detener esta catástrofe que hemos provocado y puede acabar con nuestro planeta y con nuestra forma de vida.

De esta manera, el mes que viene tenemos una cita histórica (y única) para demostrar a los gobiernos que nuestra conciencia e implicación por proteger el planeta y preservar su futuro es ineludible. Quedando, en consecuencia, los gobiernos obligados por nuestra posición de fuerza a ejecutar todas las medidas que tengan a su alcance para detener el cambio climático y así poder preservar el ecosistema y no acabar con temperaturas extremas, fuertes sequías y lluvias torrenciales que cambien nuestro ecosistema y forma de vida para siempre.