miércoles, 15 de febrero de 2017

No seas feminazi

Varias preguntas para ir centrando el tema y, por supuesto, mi postura:

¿Qué nos sería más fácil, elaborar una lista de 10 científicos que han ganado el Nobel o de 10 científicas? O, ¿Quién fue Rosalind Franklin?

¿Qué sabemos de las científicas durante la IIª República o durante el franquismo?

O, algo más cercano, ¿Cuántas rectoras de universidad hay en España?

Después de varios segundos, seguramente, todos nos hemos visto abocados a buscar en Google la respuesta. Pues bien, no cierres esa web y busca también: "mujeres ciencia" y el aclamado término: "feminazi", ¿Cuál crees que tiene más entradas?

A mí me habría gustado pensar que el primero tiene más entradas. Pero el burdo, maniqueo y retrógrado adjetivo usado por la caverna machista tiene hasta tres veces más entradas (y entre ellas imágenes de mujeres con bigotes de Hitler como emblema de lo que representan, de forma supuesta).

Y en esta tesitura nos encontramos, intentando explicar lo que debería ser obvio: la igualdad de derechos y obligaciones de mujeres y hombres ante las mismas situaciones. Pero esto aún debe quedar muy lejos, cuando se insulta diariamente, en las redes sociales, o bajo dobles sentidos en muchos medios tradicionales, a las mujeres o cualquier persona que defienda sus derechos.

Porque ahora ser feminista es un riesgo y simbolizan a una persona dispuesta a quebrar y a acabar con los hombres. Es un ogro que quiere comerse a los hombres y colgarse victoriosa la piel del macho en la puerta de casa, a la vez que hace un rito de magia oscura con los otros ogros y brujas en una oscura cueva, para celebrar la caída de ese macho ibérico.

Pero dejémonos de tópicos, mentiras e idioteces. Porque lo que subyace al final, es el pavor de los hombres a perder ese control sobre todo lo que les rodea, su vida, su sociedad, sus normas.

De esta manera, es triste, penoso y cansado pensar que en el 2017 aun tenemos que explicar cosas obvias: "que no se ayuda en casa" si no "que se comparten las tareas de casa", que hay que denunciar las agresiones, del cariz que sean, que nadie "va provocado" para que un machito le manosee. Y, sobre todo, desde la Administración se debría tener esa sensibilidad para tratar el tema, dar la cobertura y atajar el problema.

Pero mientras sea gratuito tildar de "feminazis" a las mujeres que defienden sus derechos, se pueda amedrentar a una chica en un espacio público y la sociedad te anime a callarlo, muchos pasos hay que dar para abrir los ojos de esta sociedad que aun tolera esta violencia y estas injusticias.

sábado, 4 de febrero de 2017

Rusia ganó la Guerra Fría

Antes de nada permitirme que durante la columna de esta semana haga un pequeño experimento... ¿Listos?

Allá vamos...

Una de las primeras medidas que ha ejecutado Trump ha sido obstaculizar con todos los medios legales y burocráticos el desarrollo de la ley sanitaria que intentó crear Obama en Estados Unidos.

Si bien, era previsible que el partido republicano se cebase con esta ley, hasta cercenarla y eliminarla del sistema social norteamericano. Desde el punto de vista del principal votante de Trump sorprende bastante, porque los mayores beneficiaros de esta red estatal sanitaria serían ellos mismos. A saber, votante de mediana edad, parado (por la deslocalización de su fábrica) y por ende, sin cobertura sanitaria que le pueda cubrir un ataque al corazón o la fractura de cadera de su mujer.

¿No resulta paradójico que el presidente, que se presentó como el antisistema u outsider, lo primero que haga sea acabar con el Obamacare? A mi sí que me lo resulta porque las principales críticas contra este sistema sanitario han sido vertidas por las compañías privadas sanitarias y ellas han auspiciado las campañas del partido republicano contra esta medida.

Con medidas de cariz conservador, retrógrado en los derechos sociales y con una vertiente tan parcial queda patente que Trump no será ese antisistema que cambiará el sistema norteamericano, para que el obrero medio pueda volver a trabajar. Sino que será la voz de los grandes lobbies que confían en poder acaparar más cuotas de poder a costa de que los ciudadanos sigan viendo mermados sus derechos sociales.

¿De verdad que es factible que un multimillonario especulador inmobiliario sea un outsider antisistema?

Lo dudo, aunque esto lo descubrirán los norteamericanos dentro de cuatro años cuando observen como han perdido derechos. Engañados por un titular de falsas esperanzas que podía parecer cierto. Pero quedaron deslumbrados por el boato y la palabrería fácil de Trump.

Tal vez, es lo mismo que he conseguido con el titular de hoy, lanzaros un cebo para que leáis la columna... Aunque viendo las últimas noticias, me temo que Putin es quien manda en la Casa Blanca y, al final, será verdad que Rusia ha ganado la Guerra Fría.