miércoles, 23 de marzo de 2011

el baul de los recuerdos




Una de las cosas que tiene ir de vacaciones a casa de mis padres, es que en algún momento mi madre me sugiere que “haga limpieza”. Es decir que limpie los baúles que tengo de “trastos”.
Pues bien, esta vez me ha tocado y a parte de sumergirme en mi pasado, el devenir de las sucesivas carpetas y hojas me ha provocado una reflexión. Y todo ello debido a que revisé carpetas, muchas con más de 10 primaveras. Donde guardaba viejos recortes de periódicos o revistas sobre temas de la época o que me suscitaron algún interés. Y éstos lejos de parecerme desfasados versaban sobre; corrupción, las drogas y su relación con los jóvenes, los retos de la genética y su aplicación a la medicina, el paro, la precariedad laboral, ETA y sus locuras, las guerras que siembran de dolor la faz de la Tierra, la guerra civil y las innumerables fosas comunes que existen, la lacra del SIDA, la Malaria o el resurgir de la Tuberculosis. Otros hablaban sobre la “fuga de cerebros” que sufre España, o los impertérritos problemas que tiene la educación en España.

De esta manera después de la pertinaz limpieza, me quedé con un regusto amargo, al preguntarme; “¿en qué hemos cambiado?”.
Si resulta que al abrir el baúl de mis recuerdos veo que los mismos problemas que teníamos hace más de una década, hoy en día siguen vigentes.
¿Hemos sabido avanzar como sociedad, para buscar una mejor calidad de vida o nos hemos dedicado a sobrevivir, entre el circo y el pan?
¿Hemos sido exigentes con los diferentes gobiernos y administraciones para que sean eficientes en solventarnos las vicisitudes diarias? O por el contrario, nos han enredado en cantos de sirenas para estar en la misma casilla de salida que hace ya algunos lustros.

Publicado en bajoaragondigital.com 22/03/11

lunes, 14 de marzo de 2011

viendo la vida pasar




Debe ser que he dado muchas vueltas y he pisado muchos aeropuertos. Porque pasar en ellos algún rato, esperando un enlace que no llega o un avión que se resiste a salir no me importa demasiado.
Estas horas las suelo pasar mirando distraidamente a la gente que me rodea. No por un afán voyeur o cotilla, sino porque los aeropuertos es un punto de encuentro donde lo pintoresco se mezcla con lo multicultural.
Pasa por tu lado,sin percartarse, un hombre de negocios mirando por su móvil el correo. Te espía lo que escribes, de forma disimulada, un adolescente noreuropeo que vuelve a su país después de un fin de semana inolvidable (probablemente) en cualquier ciudad española. Resuenan los tacones de unas azafatas, mientras hablan distendidas sobre lo que les ocurrió en su último vuelo.
Luego, por unos instantes unos segundos de quietud; los altavoces callados, no pasa nadie por el pasillo, la cinta transportadora perezosa se queda quieta. Hasta que el tumulto vuelve y sin darme cuenta, escruto lo que vuelve a suceder a mi alrededor.
Ahora se entremezclan unos jóvenes turistas cansados de no domir, con una pareja de abuelos que se agarran de la mano y arrastran una pesada maleta.
Detrás de ellos, avanza un piloto que se despide cariñosamente de su hija, mientras deja pasar a una pareja musulmana que están buscando su puerta de embarque.
¿Había dicho silencio, antes? Ha quedado roto, por dos niñas rubias que se pelean, juegan, se tiran por el suelo, mientras sus padres reclaman en la ventanilla de la compañia aérea. Pero a nadie le molesta, a nadie le importa. Ya que los operarios siguen debatiendo sobre el penalty no pitado ayer o los turistas franceses de detrás, se muestran divertidos las fotos de esta última noche.
Desvio la mirada, llueve fuera y veo como los fumadores se refugian en los arcos, apurando sus cigarros. Mientras indiferentes, una joven sudamericana de manera invisible va limpiando los ceniceros y tarareando una canción.

Y así, la mañana sigue en el aeropuerto. Viendo la vida pasar, me pregunto; ¿Sino nos miramos ni a la cara, porqué luego sólo podemos ver la piel de los demás?

domingo, 13 de marzo de 2011

los libros de historia



¿Qué pondrán los libros de historía sobre las revoluciones del Norte de África?
Tengo muy claro que se hablará de la determinación de la sociedad civil para acabar con los regimenes dictatoriales que les han oprimido.
También se escribirá sobre la resolución ejemplar y pacífica de Egipto.

Pero... ¿qué se dirá de Europa, de Estados Unidos, de la ONU, ante la guerra civil que está planteando en Libia? ¿Qué calificativos se les colgará a las naciones ricas y a sus organismos?
Ha quedado demostrado que las sociedades europeas hemos rechazado a los dictadores. Pero los dirigentes se están mostrando mucho más torpes, ante quien otrora fue su amigo, confidente, colaborador o socio.
Me sobrecoge de sobremanera ver como las escenas bélicas se desarrollan por la costa norte de Libia. Mientras, los dirigentes europeos se reunen y sólo son capaces de retirar la legitimidad a Gadafi.
Tal vez, el principal error fue reconocérsela un día, porque tenía gas natural, con el que negociar.
Pero es terrible que la ONU, tampoco, sea capaz de imponer su autoridad y su determinación, para acabar con la sangría que va a provocar Gadafi, en su locura.

Con este carácter débil y dubitativo que demuestran los países europeos y Estados Unidos, tengo que lamentar que ya no haya verdaderos líderes políticos. Aquellos líderes que no les temblaba el pulso y actuaban persiguiendo la justicia y la paz. Para dejar paso a los que tenemos ahora que en su caso, no son más que productos de un marketing estudiado.

Por otra parte, llevo mucho tiempo cuestionándome la verdadera utilidad de la ONU. Tal y como está planteada o estructurada actualmente. Y siento que hechos como éste y su incapacidad para obtener una salida pacífica y justa para Libia, me reafirman en mis tesis.
Es triste ver como un país comienza a desangrarse en una guerra. Mientras los organismos internacionales, no son capaces de liderar la pacificación de la zona, la transformación del país en una democracia y el posterior juicio al sátrapa de turno, por sus crimenes y excesos.

De esta manera, pienso que los libros de historía del futuro no podrán reconocer en ningún momento a los organismos internacionales la misma apuesta por la democracia que han hecho los tunecinos, los egipcios, los libios.
No creo que puedan dedicar muchas líneas loando la capacidad de diálogo o la implicación de los gobiernos. Su interés en acabar con el dictador libio y así favorecer que los libios puedan vivir en una sociedad respestuosa con los derechos humanos, más justa, más participativa. Pero sobre todo más libre y con menos miedo.

martes, 8 de marzo de 2011

de mayor quiero ser papá...




Siempre me he imaginado el siglo XXI, como el siglo, en el cual, los coches volarán entre los edificios y los robots serán casi humanos y nos ayudarán en nuestra vida diaria.
Pensaba que estaríamos en una sociedad moderna y avanzada. Alejada de los viejos clichés de oscuras épocas y no nos detendríamos en repetir los viejos tópicos de nuestros abuelos.

Pero, especialmente, esta semana se ha empeñado en demostrarme que, a veces, parece que damos pasitos hacía el pasado. Alejándonos de esa idea futurista que pulula por mi cabeza.
Resulta lesivo para el sentido común, como una compañia aérea quiere obligar a las azafatas a llevar faldas, como uniforme de trabajo. Ya no entraré en si es cómodo o no, para su cometido (aunque azafatas que conozco me han dicho que es más cómodo ir en pantalones). Sino que me sorprende que antepongan el viejo cliché de la estética femenina; de su sensualidad, de su erotismo. A la libertad básica que supondría que ellas pudieran elegir, entre un pantalón o una falda adecuada para su trabajo.
Me exaspera. Pero el remate me llega, cuando cambio la emisora y una voz infantil me vende un seguro diciéndome que; "de mayor quiere ser papá para proteger a su familia".
Así seguimos explotando el otro tópico que nos quedaba, por sacar a relucir, para cuadrar el círculo; el macho protector de mujeres desvalidas.

Cansa mucho tener que recibir constantemente este tipo de información y ver como la asumimos con naturalidad. Como la aceptamos y sin crispar el rostro seguimos permitiendo que se perpetue estos caducos roles.
Debemos dar un golpe en la mesa y concienciarnos de que educar en igualdad, no es regalar un balón a un niña.Y sí es romper con las viejas reglas, con los casposos estereotipos que nos atenazan. Educar en igualdad es valorar a las personas, por lo que son y no por su sexo.

Aunque irremediablemente... el futuro, aún queda muy lejos.

Publicado en bajoaragondigital.com 07/03/2011