martes, 17 de julio de 2018

Somos unos vagos, otra vez

Será que el inefable Jordi Sevilla ha vuelto a pisar Moncloa y ha resucitado su cruzada contra los funcionarios. Agitando a la sociedad contra los terribles funcionarios y nuestras múltiples horas de café y escaqueos para ir a comprar. Pero el caso es que en estas últimas semanas ya son varias personas las que se referían, en mi presencia, a nosotros, los funcionarios, como vagos, ineficaces, personas que hacemos perder dinero a la empresa, mal organizados y carentes de motivación.


Deben suponer mis compañeros, amigos, familia, que yo no soy funcionario, o, simplemente, buscan que salga a defender mi gremio, con los tópicos en ristre.


Intento ser franco con ellos y no exaltarme. Por ello presento el debate en otros términos; todos tenemos compañeros de trabajo que trabajan más o menos, que su implicación con el trabajo es nula o se desviven. Gente que llega casi siempre tarde o aquellos que no les importa ayudar al de la mesa de al lado.

Por esto mismo, creo que es más coherente particularizar cada ambiente o lugar de trabajo. Porque caer en tópicos me obligaría a decir que los fontaneros nunca son puntuales o los mecánicos nunca hacen facturas. Y así reducimos el debate a un intercambio de sandeces de barra de bar.


No soy funcionario por ser vago, ni por elección divina. Para mí es un compromiso con mi profesión y con la sociedad que me rodea, y lo entiendo desempeñando mi profesión dentro de la sanidad pública. Intentando, de esta manera, aportar la máxima calidad y el mejor servicio posible.

Por ello es complicado que nos quieran valorar la productividad, ¿cuál es la mía? Y, ¿la de un Administrativo de la Seguridad Social?

Muchos de nosotros no podemos ser computados en términos económicos. Pero ello no quiere decir que salgamos caros y seamos ineficaces, como me reprochaban días atrás.


Ser funcionario, es una elección laboral. Mas serlo no te convierte en vago o en empleado del mes. Esto seguramente, lo traemos todos de casa y por estar en una oficina del INAEM o en la ferretería de la esquina nuestra actitud laboral será la misma. No nos transformamos.


En consecuencia, entiendo que estos debates reverdecen con el paso del tiempo y vuelven a llenar las tertulias cuñadas de los bares. Pero considero muy estéril hablar de espacios comunes y tópicos-. Mientras pasan los días y no somos capaces, como trabajadores, de mejorar las condiciones laborales, de todos nosotros. Porque nos perdemos en estos debate vacuos y postizos.

viernes, 6 de julio de 2018

El dinero primero

Marine Le Pen, Viktor Orban, Andrej Duda y ahora a esta lista de nefandos referentes políticos se suma Italia con Matteo Salvini.


"Las elecciones europeas del año próximo serán un referéndum entre la Europa de las élites, de las bancas, de las finanzas, de la inmigración y la precariedad, y la Europa de los pueblos y del trabajo. Nos han ofrecido un futuro de precariedad y miedo, donde un contrato indefinido o tener pensión es un sueño".

Bramaba este pasado domingo intentando seducir a sus ultras. En un incongruente discurso con el que solo buscaba seguir marcando la iniciativa dentro de un tibio gobierno italiano.

Aludo que es incongruente, porque con el objetivo del aplauso fácil, de una masa de bajo perfil reflexivo, en una misma sentencia entremezcló conceptos de una forma soez, artera y demagógica. Para presentarse él mismo como solución como un burdo charlatán de mercado.

Es ilógico su argumentarlo, porque alude que el progreso lo traerá la extrema derecha nacionalista rancia del siglo pasado. Mientras los inmigrantes que huyen de la guerra o la pobreza son secuaces de las élites económicas que gobiernan la Unión Europea.

No seré yo quien defienda a la Unión Europea, pero si algo tengo claro es que a Bruselas le produce la misma repulsa los inmigrantes que vienen desde África para labrarse un futuro que al propio Matteo Salvini. A la vista de las ineptitudes de unos y otro, no me cabe la menor duda.

Me suelen argumentar mis amigos que la coherencia, cualidad que considero vital y básica para cualquier persona y actitud, "está sobrevalorada". En muchas situaciones de la vida tengo esa impresión. Porque percibo que lo difícil es mantener una línea argumental y ser fiel a ella.

Y esto mismo nos pasa con el infame personaje que asola la política mediterránea actualmente. Dado que en otro momento de su discurso después de zaherir otras naciones, por el hecho de ser países empobrecidos (en muchos casos por la propia Italia), se lanzó a abrazar nuevas fronteras dentro de Europa: "Una Liga de ligas en Europa que incluya a todos los movimientos libres y soberanos que quieran defender sus propias fronteras y el bienestar de sus hijos".

Lo cual a la postre nos indica, muy claramente, que como buen fascista y personaje de ultra derecha solo le importa la procedencia de la gente, en función del dinero que tengan. Deberíamos recordar, al hilo de esta idea, que la Liga Norte (su partido) repudia(ba) a los italianos del sur, por considerarlos un lastre.

Tal vez, sea coherente, al fin y al cabo, y representa lo que es la verdadera derecha fascista: "el dinero primero".