martes, 20 de noviembre de 2018

A 24 horas de la muerte de Franco

Tal vez a 24 horas de la muerte de Franco, la España que aun no había despertado soñaba con un país que recuperaría libertades pasadas, con una democracia que apostaba por la implicación y participación de la sociedad en la vida pública. Bien desde las instituciones, bien desde los foros de expresión e implicación social que existían y existen.

Tal vez a 24 horas de la muerte del dictador, pensábamos que 40 años más tarde habríamos aprendido que sucedió y no discutiríamos la historia. Sino que desde la reflexión sosegada y con la razón, no tendríamos que oír a líderes de comunicación o a ciertos políticos vergonzosos mensajes que solo buscan confundir, desde la mentira y los espacios comunes que perdonan y amparan la dictadura del Caudillo.
Seguro que a 24 horas de la muerte del dictador queríamos un país que comprendiese su pasado y no lo ocultase de forma ignominiosa.

Lo que es probable que cuando se cayó del caballo, al final, no soñábamos con este país. Con un país que no ha sabido condenar, sin fisuras, ni ambages y de forma contundente esa dictadura. Seguro que no soñábamos con un país que la libertad se recortase y sobrevolase el miedo a opinar, bien rapeando, bien encima de un escenario o en Twitter.

Porque a 24 horas de otra conmemoración de su muerte, seguimos esperando palabras ambiguas de una complaciente derecha, mientras la ultra derecha crece en presencia y su mezquino, artero y caduco mensaje tiene cada vez más calado de lo que nunca hubiésemos imaginado nunca cuando Franco murió.

viernes, 9 de noviembre de 2018

La carrera de la crispación.

Exclamaba este domingo Rivera en Altsasu: "El día que los demócratas permanezcamos indiferentes a las agresiones de los antidemócratas, ese día, morirá la democracia."

La verdad que no me queda más remedio que darle la razón. Porque el día que permitamos que haya desahucios, que el Ibex 35 (y no la ciudadanía) marque la agenda política, social, legislativa,o incluso judicial. El día que salga más barato robar que opinar, pagar sobrecostes que rapear. El día que se vigilen a los humoristas, pero tengamos a dictadores con honores. El día que desde el Estado se financie a oscuras asociaciones que promulgan el ignominioso pasado franquista. Ese día podremos decir que la democracia morirá.

Pero espera, tal vez Rivera no se refería a esto y ha preferido ir a Alsasua a señalar a los buenos y a los malos de esta escena de olor a naftalina que se está gestando. Tal vez, Rivera de los bancos y la justicia no ha dicho nada. Y puede incluso que no se haya pronunciando sobre la pobreza energética, o al respecto de porqué le parece mal que se suba el Salario Mínimo Interprofesional.
Cabe incluso que solo haya ido a este acto dominical a ganar un puñado de votos a costa de volver a dividir y crear más tensión.

Y por ello, me inquieta pensar que este quiere ser su bagaje, con el que presentarse en las próximas elecciones generales. Como el campeón de la crispación. Como el pirómano de la política. Ya que no le bastaron las imágenes de tensión de Barcelona, si no que además repite un segundo bolo.

Y así viendo el elenco de actores de la derecha, varias preguntas me rondan por la cabeza: ¿Por qué los principales líderes de la derecha solo entienden la política desde la crispación y la división? ¿Por qué no hablan de diálogo y sí de trincheras? ¿Cuál será su método de resolución de conflictos, antes los hechos que están capitalizando y protagonizando? ¿Cómo quieren, luego, calmar la tensión que sus declaraciones generan?

Incierto futuro nos espera en este país, con esta dura lucha entre la derecha, porque en sus actos no se formulan propuestas en términos ideológicos, sobre la realidad política del país. Si no que sus últimas actividades públicas solo se centran en acaparar los sentimientos, sin saber que nos proponen ideológicamente cada uno de ellos. Acabando en una carrera de ver: "quien es el más pirómano".

domingo, 4 de noviembre de 2018

No vayas a Irán

No vayas a Irán sino quieres descubrir un mundo insospechado, donde la hospitalidad y la calidez de sus habitantes es lo usual.

No vayas a Irán sino quieres que en cualquier calle te asalte un transeúnte y con una sonrisa en la boca y con gestos te indique el camino al bazar. Por supuesto, tampoco vayas sino quieres que en medio de ese bazar conozcas a un iraní y después de una grata conversación, acabes siendo invitado a su casa a comer con su familia, y se alargue esa agradable y fluida charla hasta convertirse en una distendida sobremesa con té y galletas.

No vayas a Irán porque puedes conocer gente muy interesante, con opiniones que te harán replantearte tus pequeñas ideas preconcebidas sobre los iraníes. Y tampoco vayas sino quieres que te acaben invitando a volver a verlos en un futuro viaje.



No vayas a Irán sino quieres dejar de pensar que los ciudadanos son peligrosos terroristas radicales que te van a colgar de un pilar, por ser infiel o europeo.



No vayas a Irán sino quieres descubrir una cultura fascinante con miles de años de antigüedad y con cientos de historias que descubrir que se esconden en sus bazares, en las mezquitas, en las plazas o en el desierto.



No vayas a Irán porque puedes descubrir que su gastronomía es rica, variada y muy apetitosa. Ya que puedes acabar comiendo carne de camello, o sus fabulosos kebabs, mientras bebes dügh.



Y por encima de todo no vayas, nunca, porque si vas significará que has desafiado a los prejuicios que nos han impuesto desde los medios de comunicación y puedes descubrir una sociedad con muchos valores reseñables que quiere explicar al resto del mundo que no son como los han representado y que pueden aportar y aportarnos mucho.



Nunca vayas a Irán si quieres vencer tus prejuicios y descubrir que nos han estado engañado. Porque allí hay un pueblo cálido y acogedor esperando poder ser escuchado, comprendido y respetado.