jueves, 30 de enero de 2014

mis amigos no son números

Hablar de la realidad con datos, estadísticas o porcentajes hace que quede desvirtualizada y nos hace perder la referencia de en que situación estamos.

Es diferente hablar de la tasa de paro juvenil que hay en España a pensar en cómo afecta el paro a mis amigos.

Recuerdo que en los albores de la crisis, nos vendían que los universitarios quedaríamos al margen de la crisis. Que íbamos a ser el motor de la España del futuro. Que no tendríamos que temer por nuestros puestos de trabajos, porque somos la generación mejor formada. Esto nos contaban allá por el 2008, con el paso del tiempo ves que la realidad es diferente y en el 2014 compruebas como la crisis se ha cebado con todos, y ha dado igual la preparación académica de cada uno.

Los jóvenes, esa generación tan bien preparada, vivimos un; "sálvese quien pueda" y algunos miramos más allá de las fronteras, porque no queremos caer en las tristes cifras del paro y la rabia por ver cercenado un futuro que nunca hemos podido disfrutar.

Antes lo comentaba, las cifras cambian cuando hablas de la realidad cercana y ves a amigos que prestan sus servicios de forma altruista a instituciones académicas, para poder algún día hacer el doctorado. Otros luchan por encontrar un esquivo trabajo, mientras siguen estudiando o esperando unas oposiciones que nunca llegan. O hablas con algún otro que te comenta que hasta hace poco lo iban renovado mes a mes y ahora le han hecho un "extraño contrato" para poder seguir trabajando.

La realidad es peor cuando le pones caras y máxime si esas caras son las de tus amigos. Vivimos malos tiempos y me queda la sensación amarga en la boca que vamos a tener que sobrevivir y capear el temporal, a la espera que éste pase. Para que una vez que empecemos a sacar cabeza, si aún estamos en España, ver que futuro podemos tener.

jueves, 16 de enero de 2014

desconexión mental

Puede que suene extraño, pero desde el jueves por la noche no se que ha pasado en el mundo. Supongo que habrá seguido su curso normal y habrá ido todo igual de mal y aún estaremos al borde del precipicio que nos abocan.
En estos momentos en los que sólo con encender el móvil podemos saber que piensa un agricultor de Nueva Zelanda o que opina nuestro vecino con un sólo click, esta terapia de higiene mental que he tenido me ha regenerado. Me parece muy lejana en el tiempo la última noticia que recuerdo y en cambio rememoro con bastante placidez estos tres últimos días de desconexión mental.

Y sinceramente, no he extrañado encender la televisión para ver el telediario o como Messi mete un gol (aunque por lo que he visto hoy, no es un buen ejemplo). Evoco esos fines de semana que empezaba a añorar en los que no encender la tele o la radio era desconectar, porque no llegaba internet al móvil y éste acababa arrinconado en la mesilla, todo el fin de semana.
Ahora puede que suene ermitaño o anti social, en esta época en la que parte de nuestra vida pivota alrededor del móvil. Pero me he recordado a mí mismo, lo agradable que es vivir sin mirar internet y usar el móvil, sólo para comunicarte y hablar con los amigos o familiares.

Ha sido agradable, estos días de desconexión mental. Vivir para disfrutar de la compañía, de las charlas, de las risas y las cañas. Olvidándome que Twitter se incendia cada tarde por una u otra causa y posponer mi tweet sarcástico y con rabia contenida hasta que esta tarde retome mi rutina diaria, ahora que me he llenado de paz interior, para seguir en la lucha diaria que nos han inmerso.