domingo, 23 de junio de 2019

El PP y “donde dije digo, digo Diego.”

En el actual sistema democrático que tenemos en España, gobierna no (imperiosamente) la lista más votada, sino aquella o aquellas que suman más apoyos, dentro del Congreso, Ayuntamiento o corporación pública que sea.



Parto de esta premisa, porque con este sistema la derecha que antes se representaba en el PP, cuando perdía la mayoría absoluta solía clamar amargamente que las izquierdas hacían un “pacto de perdedores”, para gobernar. Y creaba una confusión, como si esa alianza de formaciones no fuese lícita.

Este ejemplo lo hemos visto en múltiples ocasiones en parlamentos autonómicos o ayuntamientos durante estas pasadas décadas. Luego la idea el PP la llevó a una hipérbole cuando Rajoy hace dos veranos quiso reformar la ley electoral, para que gobernase, en los ayuntamientos, siempre la lista más votada. Medida que le beneficiaba, porque en ese momento no existía la actual dispersión del voto de la derecha. Y además iba en el sentido de evitar esos “pactos de perdedores” o como se llamó hace un año, con la moción de censura, “gobiernos Frankenstein”.



Si el PP hubiera sido coherente con sus propios razonamientos, o cuando era incapaz de negociar unas mayorías que le permitieran gobernar, los resultados de este 26M no debería haberle permitido gobernar en casi ningún ayuntamiento, ni comunidad autónoma. Pero evidentemente, ha “entendido” al fin, que este sistema democrático se basa en sumar apoyos para gobernar.

De esta manera, después de 40 años de mentiras y falsedades interesadas, cuando la necesidad le ha obligado ha pactar, lo ha hecho.

Lo cual, al final me lleva a plantearme alguna duda: ¿tiene alguna credibilidad cambiar de criterio, según los intereses del momento? ¿Por qué ahora les valen los “pactos de perdedores” y antes no valían?



Como dice ese refrán: “Donde dije digo, digo Diego”

martes, 18 de junio de 2019

¿Estamos (Podemos) muertos?

A raíz de los resultados electorales, la caja de los truenos se ha abierto y se ha zarandeado el proyecto político de Podemos. Sin duda es complicado explicar como la fuerza morada ha caído de los resultados globales que tuvimos hace un mes, a los resultados de hace una semana.

Mucho se ha de reflexionar sobre los errores pasados, que sin duda los ha habido y algunos son fácilmente recordables; no podemos ir dividiendo fuerzas, ni hablando más de procesos internos o corrientes que de líneas políticas.

Pero nunca se ha de dudar de la influencia real de este proyecto, presionando al PSOE de Sánchez se hizo la mayor subida del SMI de la historia de España, se aseguró un subsidio de desempleo para mayores de 52 años, entre otras medidas sociales pactadas estos meses. Además de otras muchas medidas ejecutadas por los denominados Ayuntamientos del cambio, en lo local.

Si bien es cierto, que se ha de hacer un pausado ejercicio de autocritica sobre los errores cometidos en estos 5 años de andadura, medir las fuerzas reales y asegurar el paso próximo, en base a un ideario político pegado a la realidad social y saber qué políticas hemos de defender.

De esta manera, es muy aventurado decir que este proyecto progresista y transformador, está muerto y que no tiene espacio ni político, ni social. Tales afirmaciones son desmesuradas y solo responden a intereses dictados desde las eléctricas, los bancos o los fondos buitres. Esos que ven en peligro sus negocios privados, porque Podemos es la única fuerza que los ha denunciado y señalado públicamente.

Porque cuando Podemos ha sido determinante para hacer políticas de izquierdas, ha sido la única garantía para que se ejecutaran, dichas acciones. Porque sin Podemos el PSOE pierde su maquillaje y se derechiza, sin Podemos el IBEX 35 lo celebra, sin Podemos la derecha, en consecuencia, gana. Por eso, porque hemos respondido, nos toca reflexionar sobre los errores cometidos y volver a salir a la calle para, esta vez sí, tomar el cielo por asalto.

domingo, 2 de junio de 2019

El tamaño de la bandera

Entre una campaña y el inicio de la pasada campaña municipal, autonómica y europea he reflexionado sobre los mensaje que se han usado en las generales.

Hemos hablado de la Constitución, unos y otros, de volver al pasado, por el auge de la extrema derecha y de banderas. Y si me permitís voy a detenerme en este último argumento, porque me parece paradigmático que se use una combinación de colores para crear filias o fobias, o para señalar buenos y malos dentro de un mismo Estado.

No entiendo el argumento que me han arrojado estas semanas; “es que son los únicos que defienden a España”. No comprendo porqué envolver una medida política dentro de una bandera u otra pueda significar que compre ese producto. ¿Quién compra un objeto por el papel que lo envuelve?

No entiendo porqué una idea se puede justificar en base a una bandera, y no se justifique en base a un ideario político, basado en una ideología y fruto de un debate sosegado entre personas que pueden aportar propuestas para un partido u otro.

De esta manera, a mí me parece muy complicado apoyar un argumento político que propugna que perdamos derechos, libertades y oportunidades de mejorar todos dentro de la sociedad, porque se proclamen: “defensores de España” o coronen su muñeca con una cinta de cuero remachada con unos determinados colores.

No puedo apoyar a un partido que quiere recortar en sanidad, entre otros servicios, y a la postre echar a los funcionarios, para acabar con los servicios públicos, Estado del Bienestar incluido, porque cantan fuerte un himno.

No puedo apoyar a un partido que grita: “viva los míos”, cuando solo me ofrece medidas clasistas, xenófobas y segregadoras para la mitad de la población.

No puedo apoyar ninguna idea que tenga como base, excusa o argumento principal el color de una bandera y no una tesis política basada en un principio político.

El tamaño de la bandera, realmente, solo tapará la incapacidad de ese político para argumentar, razonar y debatir sobre las tesis que desconoce o no sabe esgrimir.