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miércoles, 10 de noviembre de 2010

dicotomía



Hace un tiempo paseando por Zaragoza tuve una interesante conversación con una chica que hacía propaganda sobre una formación católica socialista de reciente creación.

Recuerdo que al ver que me paraba delante del mural que había colgado se acerco a mí para venderme las bondades de su grupo, pero la perorata se torció cuando al explicarme que eran católicos le pregunté sobre la posición del papa respecto al SIDA en África. Ella me aseguró que la prensa sólo sacaba de contexto las declaraciones papales, pero no me supo contestar si era consciente de que ese tipo de manifestaciones contribuían a dificultar la implantación de planes de prevención del SIDA en África.
Así su salida fue de lo más tópica, no pueden esperar que la abstención y la monogamia salven a África de la lacra del SIDA.

Realmente mi verdadero interés era que me explicara porque la iglesia con la que cada día convivimos ha perdido su vocación de ayuda, de servicio. Porque cada vez la iglesia se aleja más de la sociedad, para instaurarse en un alejado altar, donde su credo es cada vez más obtuso y añejo.

Por eso, acabamos centrando la conversación en el trabajo de campo que hacen las diferentes misiones católicas en África. Las cuales, a pesar de las diferencias ideológicas que me separan de ellas, los reproches morales que me produce que condicionen la educación, o el servicio social que prestan a aceptar su credo, considero que hacen un trabajo beneficioso para la sociedad en la que están implantados.
Un trabajo que choca con la estructura, la forma, la imagen que transmite y se crea la iglesia europea.
Ante esta disyuntiva que le acabé planteando ella me acabó afirmando que si que es cierto que existía una fractura en la iglesia, entre la alta curia y el trabajo de base que se hacia en, por ejemplo, en África.

Pero, ¿por qué? Ella no me lo supo decir. No me supo explicar porque la iglesia europea se muestra tan altiva, tan arcaica, tan ensimismada, tan creedora de la verdad absoluta, tan orgullosa, tan lejana.

Así hoy, aun sigo buscando, porque existe esa dicotomía y cuando se olvidaron de ser modelo a seguir lo que pregonan en los altares.

viernes, 9 de julio de 2010

El privilegio de haber nacido a este lado de la orilla




Ayer por la tarde una de las compañías de telecomunicación móvil debió tener un problema y algunas compañeras andaban alteradas porque estaban sin cobertura.
Debo reconocer que este dato no pasaría de lo meramente banal o anecdótico una vez superado su “trance”, sino no fuera porque me ha venido a la mente esta noche mientras veía un reportaje sobre el SIDA en el sur de África.
Supongo que la relación no es del todo evidente (cada mente funciona con unas asociaciones de ideas muy peculiares), pero no deja de ser curioso que en el viejo continente nos desvelemos por estar “incomunicados” varias horas. Mientras en África se sigue propagando el SIDA como lo hizo la peste en la Europa medieval. Arrasando y dejando cifras espeluznantes. En Namibia el 18% de la población ha contraído el SIDA, o 200.000 niños son huérfanos, sobre una población total de unos 2 millones.

Con esta entrada no pretendo moralizar, ni mucho hacer que nadie sienta pena, creo que mi intención es que todos reaccionemos, sepamos ponderar lo que nos sucede alrededor y no pongamos mas excusas, para actuar.
Es absolutamente imprescindible que estas naciones prosperen pero para ello, es vital que la acomodada ciudadanía que representamos seamos conscientes del privilegio que supone haber nacido a este lado de la orilla y lo que ello conlleva. Tenemos unas responsabilidades, unos deberes cívicos, morales, éticos sobre nuestros iguales, para que todos podamos disponer de las mismas oportunidades.
Nosotros disponemos de un estado que garantiza unas coberturas sociales, sanitarias, educativas, de infraestructuras mínimas para poder desarrollar nuestra vida con una cierta calidad. Mientras que en cualquier rincón de África, no es que solo carezcan de unos servicios sociales sanitarios, educativos propios. Sino es que no poseen ni siquiera unos recursos hídricos de calidad. Carecen de vías de comunicación que permitan la conexión entre las localidades o el traslado de las personas para asistir a la escuela o al hospital. Hasta llegar a la cúspide de la organización institucional, cuando algunos estados ni existen como tal o son meros hombres de paja.

Por ello la próxima vez que nos falle la cobertura deberíamos pararnos a pensar… que como decía aquel no estamos tan mal.

viernes, 29 de enero de 2010

conversaciones de ascensor



Ahora que vuelvo a vivir en un edificio con ascensor, me vuelve a la memoria las sensaciones que produce compartir ese metro cuadrado con un vecino y vuelvo a observar con cierta ironía como la sensación de incomodidad se reproduce en cualquiera. Así todas las veces, alguien acaba hablando y diciendo algún tópico; “Parece que hace frío” o se comenta brevemente la última noticia que ha salido en el telediario. Evidentemente para que no te identifiquen con nadie, se habla de algo banal o lejano. Una tragedia suele ir bien, para matar esos segundos. “Vaya pena lo de Haití, ¿no?”

No es que me parezca mal que la gente en el ascensor se apiade de los haitianos y quiera compartir su preocupación con el vecino. Lo único que me escama es lo corta que es la memoria, antes de Haití ocurrió un tsunami… (Un segundo que lo miro en Google)… en el Océano Indico… y nadie se acuerda ya que allí aún se necesita ayuda. Se necesita reconstruir una realidad que quedo borrada. Hay unas necesidades que han quedado reducidas a la mínima expresión y a la buena voluntad de las ONG´s que han conseguido sobrevivir al impacto mediático y años después siguen acometiendo su trabajo lo más dignamente que pueden. Hoy nadie se acuerda como hace unas Navidades nos bombardearon los informativos con la vacuna de la malaria. Y hoy, aun el mismo equipo sigue trabajando y buscando fondos para poder seguir con su trabajo y hacer extensivo sus resultados. Una vez que los medios han usado la noticia y empieza a caducar, se olvida y se tira al rincón del olvido, informativo y social. Dado que si no sales en los medios, no existes.

Así dentro de unos días, en el ascensor, el vecino me dirá; “Parece que hace frío”

pd; Hoy llevo el día ácido… por eso la ironía me desborda…

miércoles, 25 de marzo de 2009

Algo más que altruismo.




Hace tiempo en una serie de televisión, dos de los protagonistas debatieron durante el capítulo, sobre los actos altruistas. Uno defendía que éstos son muy escasos, ya que las personas buscamos, con estos gestos una satisfacción personal, o gratificación.
Poco antes, en un curso que hice en la universidad sobre cooperación al desarrollo, nos explicó un ponente una idea que se engarzaba con esa tesis. La intención de ir a un país a acometer un proyecto (por ejemplo) con una ONG, aunque esté vestido de altruismo, no es así. Ya que detrás de esa escenificación, reside un feed back, en el cual el cooperante (en este caso) recibe algo a cambio de su trabajo. Muchas veces ese “algo”, es interno, no es mesurable, ni cuantificable, siendo una satisfacción por el deber cumplido, pudiendo ser las experiencias que enriquezcan su vida, en la mayoría de los casos, es independiente a obtener una gratificación material.

Durante la ponencia todos estuvimos de acuerdo, en la tesis mantenida por el profesor, pero suscitó varias cuestiones que nos generaron un debate más filosófico que del que se orientaba la exposición. Bajo ese prisma, se perdía el noble romanticismo que rodea a la mayoría de las personas que actúan en pos de los excluidos dejando de lado su tranquila vida y yéndose a los confines del mundo o al mismo corazón del infierno a prestar su ayuda. Bajo esta nueva visión era obvio que lo hacían bajo unos nobles ideales, pero realmente la ayuda no es totalmente desinteresada, ya que esperas con tu trabajo y empeño obtener algo, alimentar el ego que en la mayoría vive y habita, simplemente sentirte bien o útil contigo mismo o purgar alguna miseria del pasado. Cierto es que estos viajes te transforman, te cambian la visión y te alejan de la realidad que has vivido para imbuirte en otra realidad que ni podías imaginar, ni pensabas vivir una vez allá.

Si bien el mayor gancho de estos grupos de acción social son sus actividades internacionales, al final son su escaparate y su mejor publicidad. Aunque ésta sea puntual y filtrada por la prensa, según sus propios intereses, sigue habiendo necesidades en Darfur, o la Malaria sigue azotando África aunque no se hable ya de ello.
Muchas de estas ONG también actúan a nivel local realizando proyectos educativos, formativos, de concienciación, otros para evitar la exclusión social o para facilitar la integración de determinados grupos sociales. Muchas de estas iniciativas pasan desapercibidas, invisibles para el ojo de la sociedad, en general, pero permiten extender una red social, paralela a las administraciones públicas. Donde estas no llegan o no pueden llegar. Realizando así una importante y vital labor social, no sólo para aquellas personas que pueden ser candidatas de recibir una determinada ayuda social. Sino además hay otra actividad social que es muy interesante porque busca cambiar los roles, arquetipos, tópicos, que pesan sobre los diferentes objetivos de actuación de las ONG y que emanan desde la sociedad. Por ello también centran parte de su actividad local en debatir, cuestionar, informar, mostrar esta realidad, desde los centros educativos. Para así intentar crear una sociedad con mayores valores y más justa.