miércoles, 28 de julio de 2010

antes que ella te desconecte...



Ve un amanecer, o un anochecer. Cuenta estrellas, busca la Osa Mayor, o duerme bajo su manto.
Mira la luna o ten la cabeza en ella.

Piérdete en un bosque, huele las flores o corre por un campo de trigo.
Escucha el trino de los pájaros, refréscate con el rocío o persigue mariposas.
Báñate en el río, o en la playa. Lánzate por un salto de agua o métete en una poza de helada agua.
Caza ranas y salta en los charcos.
Sube a la montaña, enciende un fuego en la casa del bosque.

Oye esas canciones que hace años te emocionaban o ese CD que aún no has escuchado.
Toca o aprende a tocar la guitarra, a contar historias, cuentos, trabalenguas o alguna mentira.
Cántale a él/la, a la luna o al viento.
Mírale a los ojos, rózale con tus dedos su cuello, bésale y sigue temblando como el primer día.

Toma una caña, un vino, unas tapas con sabrosa compañía.
Come helados y que se derritan entre los dedos. Come golosinas, dulces, rie y monta en bici.

Sonríe, grita, baila, canta, habla, susurra, juega, sueña, ama, besa… pero no pierdas 226 minutos al día, delante de la tele.

jueves, 15 de julio de 2010

sociedad y sanidad




Desde los albores de la civilización, en sus más múltiples expresiones, podemos observar como el concepto de salud ha ido ligado a los conceptos culturales, sociales, filosóficos y/o teológicos, políticos dominantes, en los períodos históricos pertinentes.

Así tenemos que todas las culturas impregnan con sus valores todos los conceptos que se desarrollan en su mundo cotidiano o en campos como la ciencia, la producción artística, la sanidad. Siendo uno de los ejemplos más claros, la Edad Media y la fuerte vinculación de la moral católica reinante en esos siglos, con la salud.
Pero de esta perspectiva no nos podemos sustraer hoy en día tampoco, donde se vive en una sociedad marcada por unos parámetros que se ven reflejados en la concepción de la práctica sanitaria y en su labor comunitaria.

Después de los intentos de las décadas anteriores en hacer una sanidad basada en la participación de la sociedad –fiel reflejo de la actividad social que se experimentaba en esos instantes- se ha procedido a un cambio de modelo de gestión del sistema sanitario, a la par que la sociedad ha ido trasmutando su forma de cohesionarse, de organizarse.
Llegando a la actualidad a un modelo social, donde prima la capacidad del individuo, por encima del conjunto. Así el sistema sanitario, también, comenzó una reconversión transformándose en un modelo gerencialista. Una forma de entender la sanidad que se extrae del mundo económico, donde el paciente se convierte en un cliente y se reenfoca la actividad hacia las clases más predominantes y con mayor capacidad de decisión, siguiendo el reflejo del nuevo acomodo que busca el Estado.

En esta nueva tesitura la actividad sanitaria, siguiendo el ejemplo del Estado, se aleja de la necesaria participación del usuario en el sistema de salud. Quedando menos accesible la posibilidad de contribuir de todos los pacientes en la planificación de la atención comunitaria. Así la participación en el sistema sanitario queda tan solo al alcance de las clases más “altas” y de las decisiones manifestadas desde los estamentos políticos. Ya que se entiende que la función del sistema sanitario es la prestación de servicios, sin importar que éstos sean demandados o no, desde el conjunto de la sociedad. De esta manera, pueden llegar a la sociedad sin las herramientas necesarias, para que puedan ser asumidos. Por ello al no disponer la sociedad de los recursos suficientes para poder hacer suyas dichas actuaciones, sienten que no participan en la confección de los programas.
Muchos de estos grupos que no pueden integrar(se) estas actividades son poblaciones con algún grado de exclusión social y baja representación en la toma de decisiones. Creando de esta manera una mayor desafección hacia el sistema sanitario y político.

Con estos símiles quiero expresar la idea de como la salud, su concepción, sus expectativas, sus actividades caminan en paralelo con los valores que orientan la sociedad en cada momento histórico. Y como ésta (la sociedad) hace cambiar la concepción de la sanidad.

viernes, 9 de julio de 2010

El privilegio de haber nacido a este lado de la orilla




Ayer por la tarde una de las compañías de telecomunicación móvil debió tener un problema y algunas compañeras andaban alteradas porque estaban sin cobertura.
Debo reconocer que este dato no pasaría de lo meramente banal o anecdótico una vez superado su “trance”, sino no fuera porque me ha venido a la mente esta noche mientras veía un reportaje sobre el SIDA en el sur de África.
Supongo que la relación no es del todo evidente (cada mente funciona con unas asociaciones de ideas muy peculiares), pero no deja de ser curioso que en el viejo continente nos desvelemos por estar “incomunicados” varias horas. Mientras en África se sigue propagando el SIDA como lo hizo la peste en la Europa medieval. Arrasando y dejando cifras espeluznantes. En Namibia el 18% de la población ha contraído el SIDA, o 200.000 niños son huérfanos, sobre una población total de unos 2 millones.

Con esta entrada no pretendo moralizar, ni mucho hacer que nadie sienta pena, creo que mi intención es que todos reaccionemos, sepamos ponderar lo que nos sucede alrededor y no pongamos mas excusas, para actuar.
Es absolutamente imprescindible que estas naciones prosperen pero para ello, es vital que la acomodada ciudadanía que representamos seamos conscientes del privilegio que supone haber nacido a este lado de la orilla y lo que ello conlleva. Tenemos unas responsabilidades, unos deberes cívicos, morales, éticos sobre nuestros iguales, para que todos podamos disponer de las mismas oportunidades.
Nosotros disponemos de un estado que garantiza unas coberturas sociales, sanitarias, educativas, de infraestructuras mínimas para poder desarrollar nuestra vida con una cierta calidad. Mientras que en cualquier rincón de África, no es que solo carezcan de unos servicios sociales sanitarios, educativos propios. Sino es que no poseen ni siquiera unos recursos hídricos de calidad. Carecen de vías de comunicación que permitan la conexión entre las localidades o el traslado de las personas para asistir a la escuela o al hospital. Hasta llegar a la cúspide de la organización institucional, cuando algunos estados ni existen como tal o son meros hombres de paja.

Por ello la próxima vez que nos falle la cobertura deberíamos pararnos a pensar… que como decía aquel no estamos tan mal.