jueves, 15 de julio de 2010

sociedad y sanidad




Desde los albores de la civilización, en sus más múltiples expresiones, podemos observar como el concepto de salud ha ido ligado a los conceptos culturales, sociales, filosóficos y/o teológicos, políticos dominantes, en los períodos históricos pertinentes.

Así tenemos que todas las culturas impregnan con sus valores todos los conceptos que se desarrollan en su mundo cotidiano o en campos como la ciencia, la producción artística, la sanidad. Siendo uno de los ejemplos más claros, la Edad Media y la fuerte vinculación de la moral católica reinante en esos siglos, con la salud.
Pero de esta perspectiva no nos podemos sustraer hoy en día tampoco, donde se vive en una sociedad marcada por unos parámetros que se ven reflejados en la concepción de la práctica sanitaria y en su labor comunitaria.

Después de los intentos de las décadas anteriores en hacer una sanidad basada en la participación de la sociedad –fiel reflejo de la actividad social que se experimentaba en esos instantes- se ha procedido a un cambio de modelo de gestión del sistema sanitario, a la par que la sociedad ha ido trasmutando su forma de cohesionarse, de organizarse.
Llegando a la actualidad a un modelo social, donde prima la capacidad del individuo, por encima del conjunto. Así el sistema sanitario, también, comenzó una reconversión transformándose en un modelo gerencialista. Una forma de entender la sanidad que se extrae del mundo económico, donde el paciente se convierte en un cliente y se reenfoca la actividad hacia las clases más predominantes y con mayor capacidad de decisión, siguiendo el reflejo del nuevo acomodo que busca el Estado.

En esta nueva tesitura la actividad sanitaria, siguiendo el ejemplo del Estado, se aleja de la necesaria participación del usuario en el sistema de salud. Quedando menos accesible la posibilidad de contribuir de todos los pacientes en la planificación de la atención comunitaria. Así la participación en el sistema sanitario queda tan solo al alcance de las clases más “altas” y de las decisiones manifestadas desde los estamentos políticos. Ya que se entiende que la función del sistema sanitario es la prestación de servicios, sin importar que éstos sean demandados o no, desde el conjunto de la sociedad. De esta manera, pueden llegar a la sociedad sin las herramientas necesarias, para que puedan ser asumidos. Por ello al no disponer la sociedad de los recursos suficientes para poder hacer suyas dichas actuaciones, sienten que no participan en la confección de los programas.
Muchos de estos grupos que no pueden integrar(se) estas actividades son poblaciones con algún grado de exclusión social y baja representación en la toma de decisiones. Creando de esta manera una mayor desafección hacia el sistema sanitario y político.

Con estos símiles quiero expresar la idea de como la salud, su concepción, sus expectativas, sus actividades caminan en paralelo con los valores que orientan la sociedad en cada momento histórico. Y como ésta (la sociedad) hace cambiar la concepción de la sanidad.

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