miércoles, 27 de diciembre de 2017

Mentid, malditos

Estamos acostumbrados a buscar patrones que se adapten nuestra realidad y que de esta manera nuestro mundo mental sea cómodo. Dado que así nos damos la razón y nos reafirmamos en nuestras tesis.

Pero la hipérbole de esta situación es llegar a buscar mentiras y aceptarlas como tal. Buscando difundir falsas noticias, invenciones o rumores de escasa credibilidad, para así no tener que salir de nuestro frágil argumentario.

Estas situaciones con las redes sociales, no solo se ha hecho más patente, llegando al caso que es insoportable ver las mentiras burdas que circulan y se difunden de forma diaria y constante, en Twitter, Facebook y demás webs. Si no que se han hecho extensivas a profesionales de la información que llegan a no contrastar las informaciones que les llega, en forma de montajes o bien, son partícipes de la creación, o falsificación de las mentiras.

Para rematar, cuando encontramos a políticos, o personajes relevantes de la sociedad que se hacen eco o, también, difunden estos bulos. Con el único fin de seguir alimentando su débil discurso con mentiras que las crédulas mentes seguidistas que tienen, le retroalimentan.

Personalmente, estas últimas situaciones me parecen de una gravedad absoluta, porque estamos permitiendo que se creen mentiras, o se difundan bulos (que a la postre suelen ser fácilmente desmontables) de forma impune y sin que nadie se sonroje, por mentirnos, por engañarnos, por manipularnos, a la postre. Para de esta manera conseguir, ellos, un fin personal, político o comercial.

En consecuencia, asumimos sus mentiras como reales y permitimos que nos engañen y moldeen nuestra realidad, de una forma dócil y burda.Sin exigirles un mayor rigor en su empeño profesional y, a la vez, una mayor exigencia por cubrir, o dar pábulo a bulos que de antemano saben que son falsos.

Así que de esta forma: mentid malditos.Que nos gustan vuestras mentiras y nuestra ignorancia.

jueves, 21 de diciembre de 2017

Tertulias de microondas.

Esta pasada semana, una interesante columna de opinión, me rescataba de algún rincón de mi memoria, un tema que llevo tiempo observando: la vacuidad de los debates televisivos, la superficialidad de las noticias y, por ende, el poco rigor ideológico de las actuaciones políticas.

Ya que podemos observar como la política (y sus shows mediáticos) se puede resumir en un eslogan, en un titular o en un meme. Y con esos 140 caracteres nos quedamos satisfechos. No pedimos más profundidad, no exigimos que amplien sus ideas, que debatan y argumenten, que sepan razonar, en definitiva. Nos venden ideas precocinadas que después nosotros repetimos, hasta que llega el siguiente meme y lo repetimos como el nuevo mantra.



No tenemos un análisis sosegado de noticias, no sabemos debatir en profundidad sobre la realidad que nos rodea. Hemos perdido las referencias intelectuales que eran una voz visible para ahondar en los debates. Porque en los medios de comunicación solo nos ofrecen malos platos de cocina de microondas. Con opinólogos que repiten los eslóganes y chascarrillos que sus partidos les dictan diariamente.

Así podemos encontrar que el intenso debate ideológico que debería ser el alma de las tertulias políticas, se convierte en una altanera barra de bar llena de voceros y charlatanes que llenan los programas de frases simplonas y gracietas pueriles.



Pero lo que más me preocupa, ya no es solo que el nivel mediático sea tan pobre, Si no que este debate superfluo, infantil y mediocre se haya instalado en nuestras propias mentes y no seamos capaces de leer, contrastar y formarnos. Para, en definitiva, ser más críticos, más perspicaces con el poder político y más exigentes con las acciones de los gobiernos.