domingo, 4 de noviembre de 2018

No vayas a Irán

No vayas a Irán sino quieres descubrir un mundo insospechado, donde la hospitalidad y la calidez de sus habitantes es lo usual.

No vayas a Irán sino quieres que en cualquier calle te asalte un transeúnte y con una sonrisa en la boca y con gestos te indique el camino al bazar. Por supuesto, tampoco vayas sino quieres que en medio de ese bazar conozcas a un iraní y después de una grata conversación, acabes siendo invitado a su casa a comer con su familia, y se alargue esa agradable y fluida charla hasta convertirse en una distendida sobremesa con té y galletas.

No vayas a Irán porque puedes conocer gente muy interesante, con opiniones que te harán replantearte tus pequeñas ideas preconcebidas sobre los iraníes. Y tampoco vayas sino quieres que te acaben invitando a volver a verlos en un futuro viaje.



No vayas a Irán sino quieres dejar de pensar que los ciudadanos son peligrosos terroristas radicales que te van a colgar de un pilar, por ser infiel o europeo.



No vayas a Irán sino quieres descubrir una cultura fascinante con miles de años de antigüedad y con cientos de historias que descubrir que se esconden en sus bazares, en las mezquitas, en las plazas o en el desierto.



No vayas a Irán porque puedes descubrir que su gastronomía es rica, variada y muy apetitosa. Ya que puedes acabar comiendo carne de camello, o sus fabulosos kebabs, mientras bebes dügh.



Y por encima de todo no vayas, nunca, porque si vas significará que has desafiado a los prejuicios que nos han impuesto desde los medios de comunicación y puedes descubrir una sociedad con muchos valores reseñables que quiere explicar al resto del mundo que no son como los han representado y que pueden aportar y aportarnos mucho.



Nunca vayas a Irán si quieres vencer tus prejuicios y descubrir que nos han estado engañado. Porque allí hay un pueblo cálido y acogedor esperando poder ser escuchado, comprendido y respetado.

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