martes, 23 de octubre de 2018

"Viva el Rey"

Pablo Casado es una fuente inagotable de titulares de consumo rápido. El último de ellos fue animarnos a loar al rey a la voz de: "Viva el Rey", cuando inaugurásemos un hospital. Como si el susodicho personaje nos regalase hospitales, bibliotecas o kilómetros de carreteras por su Real gracia.


Antes de entrar, en materia sería importante y vital señalar que el Rey no nos concede nada. Son nuestros impuestos los que sufragan esas carreteras, los libros que rellenan los estantes de las bibliotecas y los que pagan los sueldos de todos aquellos que trabajamos en los centros sanitarios públicos.

Por ello, teniendo en cuenta la normativa que me impide menospreciar la imagen del Rey, no veo la necesidad de elogiar a dicha figura pública, en ningún momento de mi vida diaria. Excepción hecha si acometemos un debate sobre qué modelo de Estado entiendo que deberíamos tener.


Una vez zanjado los temas periféricos, creo que la idea de Pablo Casado fue ridícula, superficial y falta de contenido. Quiso crear un eslogan para lanzar una loa, destemplada, al Rey. Y por ende, le salió mal.

Porque siguiendo su lógica podríamos decir: "Viva el Rey", cada vez que alguien del PP entra en una sala de Justicia, o que un empresario vinculado al PP es juzgado por unos apaños o unos contratos irregulares. Podríamos decir: "Viva el Rey", cuando la reforma laboral del PP permite que obreros se vayan a la calle sin indemnización y sus compañeros trabajen más horas por menos sueldo.


Porque si la lógica de Casado es que el Rey es el responsable de todo lo bueno y es un ser magnánimo que todo lo puede, también lo será de lo malo que sucede en este país, por extensión.
Aunque, pensándolo bien, si esto fuese así, me reafirmo en mi anunciado debate sobre el modelo de Estado que quiero y yo sí que grito: "Viva la República".

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