sábado, 26 de septiembre de 2009

olor a naftalina




¡Qué tolerante que somos todos! ¡Qué bonito es ponerse el traje de tolerante todas las mañanas y repetir delante del espejo, antes de salir disparado hacia la redacción de turno; “recuerda soy tolerante, soy tolerante, soy tolerante”…! Al final alguno casi se lo creerá y todo, pero si rascamos un poquito, vemos que entre las costuras asoma ese olor rancio naftalina y aceite de ricino.

Por eso, estos personajillos han aprovechado la coyuntura para rajar de dos crías que han aparecido en una foto vestidas, como les ha dado la gana. ¿Son góticas? ¿Dónde pone que sea un delito vestir así? Bueno, tal vez en su mente diseñada para ver el blanco y el negro de hace décadas, donde todos eran personas de buena familia y oraciones los domingos.
¿Dónde pone como deben ir vestidas unas crías? ¿Es más correcto vestir como unas pijas, o como barbies, rematadas con sutiles colores pasteles y grandes lazos rosas? ¿Por qué estas adolescentes no pueden demostrar lo que son y deberían jugar un papel que no es el suyo? Si sus padres han decidido que las chicas se comporten con naturalidad en todas las circunstancias, es muy loable.

Al final en todo esto sólo subyacen dos cuestiones, una aprovechar cualquier oportunidad para derramar todo nuestro odio, en forma de rabiosa bilis sin sentido contra nuestros “rivales” y el perenne, y muy lamentable, ejercicio de ridiculizar a todos aquellos que no son como “nosotros”…

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