martes, 13 de febrero de 2018

Empoderándose el cuñadismo.


-¡Míralas! , exclama mientras abre la revista de papel cuché de la semana, Mucho abanico, pero luego resultan que van a los Goyas a enseñar carne. (Exclama en referencia al abanico rojo con el que se intentó seguir visibilizando la defensa del feminismo). ¡Y estas son las mismas que han mandado al paro a las chicas de la Fórmula 1!

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-Total, si todas están ahí por lo que son. Casi ninguna es buena actriz. Ellas están por enseñar carne.

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-La culpa no es mía. Si pongo un negocio de lavado de coche con chicas en tanga. Ellas son las que aceptan y el responsable es el cliente que vendría a mi negocio.

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Uno en su país de gominolas piensa que los trolls de Internet solo existen en Internet y enseñan las patitas entre los opíparos platos de Nochebuena, cuando los temas de conversación se han agotado y antes de que se abra el silencio en la mesa. Pero empiezo a descubrir que cada día, es más fácil escuchar este tipo de argumentos, fuera de su hábitat natural. Es decir, los rancios españoles están recolonizando espacios de los que habían desaparecido. Para dejar la oscuridad de sus mentes y la frialdad de la red y expandirse por cualquier barra de bar o mesa de merienda.


Por ello, deberíamos reflexionar como hemos llegado a que nos parezca normal que el machismo esté ganando tantos espacios públicos, sin que a nadie le moleste y sin que nos rasguemos las vestiduras. Porque los que emiten estas opiniones se sienten respaldados por una corriente invisible, pero fuerte, de empatía hacia su causa. Que les permite balbucear públicamente estas opiniones, en cualquier situación y ante cualquier tipo de público.



Porque ante esta pantomima de argumentario, nos encontramos que son muchas las mujeres que callan, agachan la cabeza y con el silencio cómplice y cobarde, dan más empaque y fuerza a las barbaridades carentes de sentido que se pueden escuchar. Para solo cuchichear en voz baja: "es que las mujeres nos hemos vuelto muy radicales y prohibimos todo" o recriminar a las que se defienden de las ideas del macho ibérico que: "tal vez se pasó".



¿Se pasó? No, tristemente fue la única de la mesa que defendió los derechos de todas las mujeres, ante el silencio del resto. Las defendió a ellas y no aceptó que el machismo ganara otro espacio público.

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