lunes, 24 de diciembre de 2018

No es la bandera, estúpido.

No es la rojigualda o la republicana, no es la estelada o la bandera de Aragón de lo que estamos hablando.

El debate se centra, en base a qué valores construimos una región, un Estado, y por ende, no hablamos de cosas etéreas. El foco lo ponemos en elementos tangibles y reales: paro, precariedad laboral, desahucios, sanidad, educación, pensiones, un sueldo digno, el acceso a la vivienda o la corrupción, entre otros.

Porque yo no quiero una República en la que la Gürtel, Bárcenas o Villarejo sean protagonistas. Yo no deseo una abdicación, si el precio de la vivienda de alquiler no tiene control alguno, las pensiones son exiguas y no se legisla para recuperar los muchos derechos laborales perdidos. Yo no defenderé nunca una república que sea cómplice de negociar con Estados no democráticos, proteja a la banca y desahucie a familias diariamente, y, a la postre, me venda como inversión social construir buques y armamento bélico.

Yo quiero un Estado (mejor una República) que sepa que el futuro del país debe pasar por garantizar el acceso a una sanidad pública, de calidad y eficaz, que favorezca la conciliación familiar y laboral, que haga desaparecer los sueldos de miseria y legisle para que en materia laboral no se produzcan atropellos empresariales. Quiero un Estado que persiga la corrupción, de forma implacable y condene rápidamente a los que defraudan. Haciendo que las corruptelas y pagos en "b" sean un triste recuerdo del pasado.

Parafraseando a aquel asesor de Bill Clinton: "no es la bandera, estúpido".

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