viernes, 3 de agosto de 2018

No es el taxi, estúpido.


Corrían los primeros años de la década de los 90 y Bush padre se encaminaba a una previsible cómoda victoria. El triunfo ante la URSS, y la Guerra del Golfo Pérsico, así lo hacían intuir. Pero a este mastodonte político se le cruzó un joven medio desconocido y con un sencillo eslogan cambió el curso de esas elecciones: “La economía, estúpido”



De esta manera, parafraseando a Bill Clinton no es el taxi lo que nos jugamos. Son los derechos de todos los trabajadores. Ayer fueron los compañeros de Amazon, anteayer los de Glovo y Deliveroo. Hoy son los taxistas que luchan por no permitir que las empresas del gran capital mermen sus derechos y sesguen los derechos laborales, por un sueldo de miseria. Porque mañana, puede ser tu sector, o el mío el que se vea dominado por una app que solo entiende de beneficios a costa de cercenar los derechos laborales, el sueldo de sus trabajadores y las opciones de un futuro digno.



Por eso, ante las infamias, vendettas particulares, y la falta de solidaridad con el gremio en lucha, siento pena.

Como dice un compañero: “los derechos laborales no agarran bien” y “deben pensar que nos los trajeron unos seres mágicos que descendieron a la tierra en unicornios rosas, por un arco iris”, me suele remarcar otro amigo.

Ante todo tipo de agresiones laborales, que nos recorten nuestros ya escuálidos derechos, los trabajadores solo podemos responder desde la solidaridad, la comprensión y empatía hacia los compañeros en lucha.

Luego, seguramente, todos hemos tenido desavenencias con algún taxista, pero este hecho no justifica volcar nuestro odio hacia ellos, en este momento. Como anteriormente muchos hicieron contra otros sectores que se declararon en huelga, para defender sus derechos y los de todos.



No es el enfoque correcto despreciar la lucha de unos compañeros trabajadores, porque solo de esta manera estamos haciendo más fuerte a las empresas. Solo desde la solidaridad podemos salir victoriosos y conseguir no perder más derechos.

Por eso, son los derechos de todos, los que nos jugamos en cada huelga, ERE o despido. No es el taxi, estúpido.

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