domingo, 27 de octubre de 2019

El turista de Instagram.

- "¿A dónde te quieres ir de vacaciones el año que viene?” Me preguntaba una amiga, entre plato y plato.

...

- "No, me refiero a viajes guays, lejos", me replicó ante mi lista de opciones, dado que no le gustaron.

Viajar no es una pose de Instagram, esa persona que solo busca la manida foto del atardecer en la playa, la pose casual en la piscina del resort o a los pies de la Torre Eiffel, es un turista. Se mueve por el mundo buscando estampas con las que rellenar su pasaporte virtual de Instagram, pero esas experiencias se quedan en la foto y decir que “se come mejor en España” y “qué pocas ganas tenía de volver”.

En cambio, el viajero no elige los destinos porque lo determinan las modas de las redes sociales o el último influencer. Se imbuye en ellos por lo que puede aprender, una cultura, una conversación fugaz con un desconocido, una larga sobremesa con un nativo o sostener a un bebe en un abarratodado bus local, mientras la familia del pequeño sonríe y agradece el
gesto. Viajar es querer descubrir mil vivencias, abrirte a conocer y aprender a entender como se ve el mundo en otra lengua.

Arriesgarte a sorprenderte y recibir curas de humildad y valiosas lecciones, todo eso es viajar y no resumirlo en una cuqui foto con tres hastags para tus “followers”.

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