lunes, 11 de enero de 2010

Memoria selectiva; el olvido interesado




Desde hace mucho tiempo los ganadores de las guerras son los que escriben las historias que sucedieron durante la batalla. Los que nos dictan como acaeció tal combate o tal fusilamiento. Los que nos justifican los actos cometidos y los que nos reprochan los actos cometidos por el bando enemigo.

Durante muchos años en España, la guerra civil fue uno de los mayores tabús y a la vez, uno de los mayores pilares de orgullo nacional. Quedando para siempre la versión oficial, la recompensa a los fieles servidores de la patria, para aquellos que lucharon contra la democracia vigente, bien por convicción, bien por seguidismo o por miedo. Sus muertos fueron honrados, sus viudas recompensadas y los combatientes recolocados, por el buen servicio a la causa nacional. Se les alabó y se les ensalzó. El régimen así lo quiso para premiarles, pero los perdedores cayeron en el olvido oficial, que no familiar. La amarga memoria de los republicanos que huyeron, que se escondieron, que vieron pasar sus años entre las rejas de una vetusta e insalubre prisión o levantando minas, puentes, empresas de los amigos afectos al régimen o el Valle de los Caídos, bajo paupérrimas condiciones, a cambio de un exiguo salario que recibían sus mujeres o de una reducción de pena. Estos (los que realmente levantaron España) jamás vieron su nombre en ningún reconocimiento o en una palabra de gratitud. No sólo quedaron marcados sino que perdieron su juventud luchando en Francia contra los nazis, huyendo por los montes de España o levantando obras de Franco. Estos vieron pasar los años, perder la salud o incluso la vida y, si llegaron a envejecer, la mayoría no han podido recibir homenaje alguno a su entrega por la defensa de la república, de unos ideales, de una democracia. De la única que había existido en España hasta ese momento.

Por ellos, y por los que morían en las frías noches en innombrables cunetas bajo una lluvia de disparos falangistas, era y es necesario que se les hubiese rendido un sentido homenaje, que se les hubiese reconocido su valor, que se supiese su historia y lo que pasaron al acabar la guerra. La represión que sufrieron. Que el perdón (valor tan cristiano) nacional no existió con ellos y se le buscó exterminar. Es vital que puedan ser enterrados donde sus familiares deseen y no estén en fosas comunes desperdigados por los campos de España. Es necesario que las familias puedan anular sus juicios sumarísimos…

… pero lo más importante es que se puedan verse reconocidos, aunque muchos de ellos ya hayan muerto…

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