martes, 8 de junio de 2010

me duele



Me duele ver en que se ha convertido la socialdemocracia. Me duele recordar los ideales de Olof Palme y volviendo la vista al frente, cotejarlos con la realidad que han querido que tengamos.
Me duele que seamos esclavos de una cárcel de falso oro. Me duele que hayamos perdido los valores de la vieja Europa y nos aboquemos a perder derechos y conquistas sociales, por ser más competitivos, más serviles a los grandes poderes económicos.

No voy a ser iluso. No voy a preconizar una revolución, no voy a llamar a las barricadas, ni me golpearé el pecho en un descarnado alegato final. Solo quiero constatar mi decepción, por ver que los gobiernos nacionales, al final, aparentan ser marionetas en manos de los grandes poderes.
No negaré la importancia de muchas medidas que ha ejecutado el gobierno de Zapatero. Sí que cuestionaré sus últimas medidas económicas. Aquellas que me hacen muy difícil encuadrarlas, dentro de un gobierno socialdemócrata.

Tampoco voy a negar que el mundo en los últimos 30 años ha cambiado mucho y los discursos de esa época nos pueden parecer románticos, ilusos. Pero, no podemos olvidar que en plena Guerra Fría, Olof Palme dio un paso al frente y fue lo suficientemente valiente, como no atenerse a ningún condicionamiento ajeno a su ideología y denuncio las tropelías de la URSS y de USA.

Dónde queda ahora la lucha por el estado del bienestar, los derechos sociales, la implicación de la sociedad en la construcción de la sociedad, la lucha para que la economía estuviera para beneficiar a toda la sociedad y “permitir el desarrollo de la economía de mercado hasta donde sea posible y aplicar la planificación estatal, donde sea necesaria”, como defendía el socialdemócrata alemán Willy Brandt.

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