viernes, 20 de enero de 2012

todos necesitábamos un aeropuerto



Cuando el dinero caía de los árboles el alcalde, concejal, presidente de una diputación que no traía un polideportivo descomunal al último pueblo de la provincia. O licitaba una piscina olímpica descubierta para su pedanía. O simplemente se gastaban lo inimaginado para que el último triunfito actuara en la plaza del pueblo en las fiestas del verano era un mal dirigente y no luchaba por “hacer cosas por el pueblo o diputación”.

Lo importante siempre ha sido que Villa Abajo tenga una piscina más pequeña y las fiestas duren un día menos que las nuestras, las de Villa Arriba.

Otros simplemente, encumbrados por el dinero “sin fin” y por la sed de dejar “una huella” que recuerde su época de gobierno prometían aeropuertos, o cualquier tipo de infraestructura inviable para esa población.

Porque durante esos años de excesos, para muchos dirigentes fue más importante dejar patente para la historia que ostentaron el poder. Que gestionar su administración pública de manera coherente y acorde las necesidades que existían.

Hoy, cuando las facturas llenan los cajones, las trituradoras de papeles no pueden comer más papel y están por pagar esos excesos. Nos preguntamos que necesidad teníamos de tener este aeropuerto o porque todos los pueblitos deben tener una piscina para el verano. Y si seguimos pensando, deberíamos reflexionar, sino había otras alternativas. Sino habría sido posible haber racionalizado el gasto y haber buscado soluciones más sensatas con la realidad social de cada localidad, provincia y comunidad.

Publicado en bajoaragondigital.com 19/01/2012

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