sábado, 5 de octubre de 2013

No creo en las banderas y demás mentiras

Cuando una parte de tu vida la pasas viajando o en largas colas en los aeropuertos. Mientras esperas volar a destinos extraños, exóticos y vives allí increíbles experiencias. Momentos inolvidables y que te marcan de por vida. Te embargan sensaciones indescriptibles y chapurreas idiomas que te parecerían imposibles, para sobrevivir y relacionarte.
Todo esto te cambia el mundo y su forma de entenderlo. Entiendes que la sociedad y el entendimiento están por encima de los egos particulares y de los trapos que se enarbolan como banderas para justificar esos fines privados. A la vez que esas banderas inflaman sentimientos patrioteros para así manipularlos y esconderles la realidad.

Hace mucho que dejé de creer en banderas, estados, naciones e identidades patrióticas. No creo en las banderas por lo que son, sino lo que representan esos valores.
Por eso, no me creo esta impostura de batalla que se libra entre Madrid y Barcelona. Percibo que ambos gobiernos han encontrado la excusa perfecta para soliviantar a sus ultras en contra del otro, con la excusa de la crisis. Siendo la perfecta cortina de humo para esconder las miserias que los dos gobiernos acumulan y así disimular las carencias democráticas y de respeto por los ciudadanos.
Entiendo que cada pueblo debe tener el derecho a decidir sobre su soberanía. Pero creo que la ciudadanía debe ser consciente de cuales son sus principales problemas y saber que sólo desde la unión y la lucha común podremos progresar como naciones y como sociedad.

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