Haciendo las sumas de los ayuntamientos y las comunidades autónomas, podemos ver como Ciudadanos tiene un serio problema para quitarse su estigma de ser una marca blanca del PP.
De aquí a las generales, debe disimular que es de derechas, para no perder posibles votantes del PSOE desorientados, pero a la vez, no debe disimular demasiado, porque su gran caladero de votos el PP lo perdería.
Y además no debe parecer una copia del partido de Rajoy. Puesto que bajo esa premisa: si es lo mismo que el PP, ¿para qué votar a Rivera y no seguir votando a Rajoy?.
De esta manera, Rivera tiene que hacer difíciles equilibrios de credibilidad y así, no debería haber entregado las alcaldías al PP de forma sistemática, para que de esta manera no parezca el partido comodín de la derecha española. Acto difícil, si miramos como se han repartido las alcaldías hace varios sábados. Ciudadanos apoyó de forma unánime al PP. Así la tabla de salvación para Albert Rivera es la Junta de Andalucía, donde apoyó al PSOE en su investidura. Escaso margen para Ciudadanos porque estos pactos no lo estancarán como partido comodín del PP, sino como partido bisagra del vetusto bipartidismo.
Con estos hecho, ese supuesto aire fresco que debía aportar la formación naranja, no queda en nada más que en olor a pino de ambientador.
Al final, es más de lo mismo y Ciudadanos se postula como el partido que debe cambiarlo todo, para que al final todo quede igual y PPSOE sigan gobernando una vez que haya pasado la tempestad.
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