domingo, 3 de mayo de 2009

callado estas más majo



Después de varios días desconectado de la realidad y viviendo en el mundo paralelo que supone que sea fin de semana y no estar por casa, ahora cuando he llegado y he encendido el ordenador, me ha sorprendido ver como en varias webs de información destacan que la libertad de expresión de la prensa corre malos tiempos. En todas las webs se alude a la crisis económica como factor agudizante de ello, en el mundo en general y sobretodo en los países más industrializados.
Pero más allá de plantearme si la crisis es consecuencia o excusa, para crear profesionales, con baja capacidad de crítica y sectarios con el medio que les paga. Me preocupa el fin mismo de la propia profesión. Donde se pasaría de un periodismo libre, comprometido, crítico y plural, a una serie de panfletos editados de forma sistemática, en la cual los reporteros no dejarían de ser meros transcriptores de las palabras dictadas desde los responsables de la redacción.

Habrá que plantearse que importantes razones son las que asustan a los redactores jefes, para no permitir que un reportero explique, cuente, narre, una noticia, sin tener que pasar el filtro de la propia censura que hace el medio…



Así podemos, también, lamentarnos de la deplorable situación informativa que padecen en muchos países con débiles democracias o con regimenes dictatoriales o personalistas. Ya que no deja de ser inquietante que este año hayan muerto 18 reporteros en el mundo, como consecuencia de su cometido profesional o centenares de ellos pasen sus horas entre las rejas de una prisión, por querer contar de forma veraz, libre y valiente la realidad que le rodea.

De esta manera se nos crea una paradójica realidad, donde quien puede usar la libertad de prensa, por las garantías constitucionales que posee, no puede hacer gala de ella, porque los medios se aferran a su línea editorial y no permiten capacidad alguna de disensión a sus trabajadores. Y sus colegas de fatigas, nacidos muchas veces en el otro hemisferio, que buscan explicar a sus iguales de una manera independiente del quión que marca el Estado que sucede en su país. Encuentran que al hacer gala de este derecho, son perseguidos, torturados, encarcelados e incluso matados.

Esta situación me recuerda mucho a una frase que los padres suelen decir, entre los dientes, a los niños que preguntan cosas que ellos consideran inoportunas; "callado estas más majo"

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