miércoles, 20 de mayo de 2009

La ignorancia mata

Hace un tiempo vi una película, en la cual el malo de turno se dedicaba a matar los estudiantes de una afamada universidad, siguiendo un curioso patrón. Elegía a los peores y dejaba un críptico mensaje; “La ignorancia mata”.

Estos días atrás, esta sentencia me ha venido a la mente en varias ocasiones y casi siempre cuando voy a trabajar a una residencia de la zona. No porque decida eliminar a los residentes, sino porque debido a la crudeza de sus años jóvenes, de su infancia se vieron privados, de forma más o menos consciente y velada por sus mayores e instituciones de una verdadera educación.

Durante el día a día y en un sin fin de conversaciones con ellos, he podido comprobar que sufren los peores defectos que han heredado, trágicamente, de una deficiente, casi en el mejor de los casos, educación.
Muchos de ellos recibieron una formación que ni tan siquiera les permite leer un diario, o saber que pone en los escritos que muchas veces firman a ciegas.
Así con esta enorme carencia educativa se han forjado varias generaciones de personas serviles, sin capacidad crítica de decisión, sin posibilidad de elección, dado que no sólo es aprender a escribir o a leer, una buena enseñanza. Sino que la base de toda formación debe ir encaminada a conseguir una sociedad crítica, exigente, preparada, con capacidad para pensar y razonar de forma independiente que sea capaz de opinar y tenga interés en investigar, en desarrollar su intelecto, como mejor sepa, en desarrollar sus propios valores y que éstos no vengan impuestos. En definitiva en ser libres.

Supongo que en esos grises y amargos años, la educación era un bien preciado, al alcance de muy pocos y vigilado bajo el duro sesgo del sistema reinante. Perdiendo, de esta manera, la oportunidad de crear una sociedad más moderna, crítica, plural que la que el régimen tuvo a bien de modelar…

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