miércoles, 6 de mayo de 2009

Mal de lenguas

Hace unos días vi un cartel que llamaba a los aragoneses a manifestarse contra la imposición del catalán en Aragón. Leído así, parece que una turba de furiosos catalanes con piolet en mano y barretina en la otra van a entrar por la franja de Ponent, para ocupar Aragón…
Nada más lejos de la realidad, lo que pretendían los grupos convocantes, no era otra cosa que seguir jugando con la demagogia que siempre pulula sobre las lenguas en España.
Ellos consideran que dar un marco de protección dentro de Aragón, en las zonas catalano parlantes al catalán es una imposición lingüística de esta lengua sobre el castellano y que por supuesto, todos los aragoneses deberán rendirse al credo catalanista y aprender catalán, incluso donde nunca se ha hablado...
¿Opinan lo mismo del aragonés, que se habla en el Pirineo? ¿También es una imposición?




Desde mi punto de vista considero crucial que todas las lenguas tengan una cobertura legal que les de un amparo, al nivel de su realidad social en esa región, al que aferrarse para no perder su identidad y acabar siendo un dialecto lleno de barbarismo, con construcciones verbales o gramaticales incorrectas. Por ello, considero que la variedad dialectal que se habla en las zonas colindantes con Cataluña y Valencia, de Aragón deben tener un marco que recoja sus necesidades, sus derechos y sus deberes. Se les debe dar una cobertura para que el idioma, y la cultura que arrastra con él, no se pierda en el limbo, no se vulgarice. Se le debe dar ámbitos formales para que pueda crecer, según sus necesidades y conseguir que el catalán pueda ser usado en todos los ámbitos, en esa zona, con total normalidad y en igualdad de oportunidades, para sus habitantes que el castellano. No pretendo un proceso de sustitución lingüística, lo que busco es una igualdad de oportunidades y con ello dotar de los mismos recursos e igualdad de oportunidades de desarrollo a lenguas que conviven en un mismo espacio, si llega a ser viable.

Pero más allá de crear una determinada ley de lenguas, para acoger, proteger, una lengua, que es parte del patrimonio cultural, social y personal de esa zona, no debemos olvidar que las lenguas están hechas para comunicar y no para dividir. Así resulta muy cansino escuchar los mismos tópicos que pululan en los eternos debates que se adoban luego con varios espacios comunes y manidos para querer de esta manera atraer hacia tu trinchera lingüística a los desinformados. Ya que contraponemos la superioridad de nuestra lengua a lo que hablan “los otros” y destacamos las grandes virtudes, mientras “ellos” no dejan de hablar un vocablo que no es más que un nido de áspides. Y para ello recurrimos a inventarnos la historia, falsear la realidad o humillar a los que hablan otra lengua, como si fuesen nativos sin civilizar y mereciesen la condescendiente labor socializadora que se producirá cuando acojan nuestra lengua y abandonen su sucia cultura inferior…

Debo reconocer que esta situación, no es nueva para mí, desde que empecé a entender como funcionaba el mundo, la he visto. Pero tengo que ver con cierto desánimo que se sienten las lenguas, en todos los sitios, como enemigos a batir, en vez de oportunidades de descubrir nuevas oportunidades.

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