sábado, 20 de marzo de 2010

La religión y yo



Desconozco el motivo, pero desde pequeño he sido una persona con muy poquita fe en la religión católica. Si bien es cierto que mis padres nunca me han dicho como tengo que pensar y se lo agradezco enormemente, supongo que mi madre, la única persona creyente en mi familia, de alguna manera intentaría influir para que yo lo fuese. No voy a negar que hiciera la comunión, aunque el cura cuando me pregunto; “¿por qué quería hacerla?”, respondí con un lacónico; “Porque a mi madre y a mi abuela les hace ilusión”.
Creo que esa fue la última vez que pise una iglesia y desde ahí rompí todos mis lazos formales con la religión católica…

Pienso que un dios que pasa por fuego y sangre a inocentes, como si fuesen culpables, en sus relatos bíblicos no me anima a adherirme a él. Un dios que anima al asesinato de un hermano y luego exige responsabilidades…
Para luego ver el festín de lujos, ostentosidades, miserias morales, crímenes de sangre y vejaciones que se enrocan en la estructura de la iglesia.

Así de esta manera no puedo ser cómplice de una estructura anquilosada en un pasado en el que solo están ellos. En un ideario alejado de la realidad que vivimos y no saben aceptar. Ellos representan todos los excesos de un pasado en el que eran la cima del mundo y sus deseos eran órdenes. La jerarquía religiosa, aún vive en sus ensoñaciones y desde esa época pretérita quiere que sigamos ligados a sus anhelos, sin haberse dado cuenta que el mundo ha seguido dando vueltas y los únicos que se han quedado inmóviles son ellos.

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