Uno estos días echa la cabeza atrás y veo con cierta ironía como las encuestas que pronosticaban muchos resultados electorales, al final no se han cumplido. Por ejemplo, nadie imaginaba que Álvarez Cascos fuese el líder más votado en Asturias, o que el PAR desapareciese del ayuntamiento de Zaragoza.
De esta manera, en la noche electoral, hemos podido oir como un candidato a la alcaldía de Alcañiz expresaba su decepción por el resultado obtenido, de la siguiente manera; “las encuestas son encuestas, a veces se acercan a la realidad.”
Una persona no puede aludir a unas encuestas para sentirse ratificado como candidato a la alcaldía de una localidad, ni para excusar su debacle electoral.
Uno se siente respaldado para optar a una alcaldía, cuando detrás de él tiene el apoyo mayoritario de una asamblea. Cuando presenta un proyecto identificable con las siglas que encabeza.
Porque el riesgo de querer obtener un cargo por encuestas y no por programa, es que se muestran las limitaciones y la falta de credibilidad. Así como la escasa identificación que tiene con el ideario de la formación política.
Pero, no sólo hay que pensar que el candidato colocado es el responsable. Tenemos que levantar la mirada. Mirar al horizonte y ver quienes han sido las personas que desoyendo la voluntad mayoritaria de la militancia prefirieron colocar a un alcaldable con menor apoyo dentro de la formación política. Porque otras supuestas encuestas daban unos resultados que no ha cumplido.
Así, me pregunto; ¿qué es mejor trabajar según encuestas o según el deseo de la militancia?
Publicado en bajoaragondigital.com 26/05/11
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