lunes, 2 de febrero de 2009

mi defensa de la sanidad



Desde mi punto de vista, es absolutamente necesario que la sanidad pública exista, pero no como se quiere implantar desde los sectores liberales y conservadores. No se puede imitar el modelo norteamericano, ni el británico, ya que ambos están llenos de defectos y de taras que perjudican a los usuarios y a los propios profesionales.

Es necesario que la sanidad pública disponga de todos los servicios necesarios, para garantizar a los pacientes, que en todo momento están recibiendo un correcto servicio y el mejor tratamiento posible. Pero no sólo es imprescindible cerciorarnos de estos principios, sino que hay que vigilar para que la calidad del servicio humano, la comunicación y la empatía de los profesionales sanitarios sea la óptima, para satisfacer al paciente y a su vez, transmitirle confianza en las medidas a tomar. Muchas veces es más importante ofrecer o regalar una sonrisa al paciente que no extenderse en largas explicaciones difíciles de entender, sin tan siquiera, saber luego, el color de la chaqueta que llevaba el usuario. En estos aspectos, la sanidad privada lleva mucha ventaja a la pública, dado que viven de la satisfacción del cliente. Y las técnicas comunicativas útiles para una satisfactoria comunicación profesional-paciente, en la pública, son escasas, ya que no se potencian su uso, remitiendo al profesional a las que pudo aprender en la facultad. Por tanto es un claro error de la pública descuidar, la calidad de la comunicación, en forma de empatía, por la falta de tiempo u otros motivos.

Esto nos lleva a un segundo problema, la falta de tiempo; se puede producir en varias situaciones;
a) centros de salud
b) consultas externas-hospital

Ambas se solventan de la misma forma, más personal, luego hablaré de los recursos económicos. Como decía es importante destinar el tiempo necesario a cada paciente, en atención 1º (centros de salud) se estima que es preciso destinar entre 7-10 minutos a cada paciente, por los escasos 5 habituales. Mientras que en las consultas externas hospitalarias, se evidencia la falta de personal, que no técnicos, no de conocimientos, al ver las abarrotadas sillas de las salas de espera. Donde el dolor más inhumano se mezcla, con los gritos del aburrido niño y los quejidos del deprimido abuelo.

Ante este panorama es necesario y vital, para reflotar la sanidad pública y mejorar la valoración, propia de los usuarios, una fuerte inyección monetaria. Pero la pregunta es la de siempre; ¿de dónde saldrá este dinero? Y la respuesta no puede ser más fácil y más difícil de aplicar. Se basaría en 3 puntos básicos;

1) potenciar el uso de genéricos de una forma decidida, desde las Administraciones estatal y autonómica. Para ello es imprescindible no permitir, que la industria farmacéutica premie a los médicos, que más recetan sus productos, con viajes, disfrazados en forma de congresos en lugares, tan exóticos como Bali, Brasil, Punta Cana, destinos frecuentes de congresos (¿?) médicos, donde se puede ir acompañado del respectivo cónyuge, por cuenta de la empresa en cuestión.

2) asumir de una forma clara que la mejor forma de curar es prevenir. Ya que está demostrado que potenciando los servicios de atención 1ª (prevención e información) se conseguiría ahorrar una gran parte del presupuesto destinado por la Seguridad Social a pagar el gasto farmacéutico. Y la reflexión, que sigue es; “sí, pero ya se hacen campañas preventivas”, pero ¿son efectivas?. No. Están mal enfocadas, no existen los recursos suficientes para que tengan repercusión…

3) permitir el uso de las medicinas alternativas que se han corroborado útiles, dentro de la sanidad pública. Ya que muchas de ellas al no basar su efecto en la química, fármacos, supondrían un importante ahorro, para la Seguridad Social. Pero que nadie vea a brujos realizando rituales propios de los chamanes. Me refiero a técnicas como la medicina china, el ayúrveda, entre otras, que sí en sus países son estudios reglados y por tanto, los profesionales están convenientemente cualificados, y se ofrecerían como alternativa de tratamiento al occidental

Otra fuente de dinero que encubierta, pero que la sanidad pública no recibe, es la que las CCAA dedican en sus presupuestos a financiar, centros sanitarios concertados. Esta financiación es necesaria, en los casos puntuales, que dicho sistema de saluda autonómico, carezca en su cartera de servicios de alguna oferta que pueda disponer dicho centro sanitario concertado. Pero aún así, se debería usar esta práctica de una forma muy estricta, por el costo añadido que tiene para las arcas públicas.

Así mismo otro problema evidente es la externalización de recursos humanos y técnicos de muchos hospitales públicos, de nueva creación, ya que subcontratan servicios, como puede ser el traslado sanitario, o radiología, con lo que supone estas subcontratas, para los empleados; una peor calidad en su convenio colectivo, así como un peor sueldo. Por el contrario con esta medida no se evita un ahorro, para el propio hospital o sistema de salud y si una mengua de la calidad.

Aún así las valoraciones que se hacen de forma periódica por la OMS, nos sitúa como uno de los mejores sistemas sanitarios. Pero no tenemos que confundir la calidad el servicio que se ofrece con la percepción del mismo. Ya que la percepción es mucho más negativa, entonces nos encontramos con un evidente problema de imagen, que se ha de solventar.

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